La noche avanzaba de prisa en su compañía, era tarde
y me sorprendí de que sus padres no hubieran aparecido todavía, por lo que
pregunté acerca de ellos, arrepintiéndome de no haber sacado esa conversación
antes.
-¿Y vuestros
padres?
-Estarán a
punto de llegar- Dijo Escolástica pensándolo mucho
-¿A sí?- Se
asombró Roque.
-Claro que
sí- le guiñó un ojo indiscretamente- pero llegan cuando estas dormido y no te das
cuenta- Interrumpió a Roque antes de que pudiera objetar- Eso me recuerda que
ya deberías estar acostado.
Dio un último resoplido mientras se levantaba de la
silla, miró a su hermana intentando convencerla de algo, se despidió con la
mano y desapareció por el estrecho pasillo.
-Bueno yo
también me voy a dormir- Anunció terminando de lavar el último plato- Y tú
también deberías descansar que con el
día que llevas…-Calló de pronto reparando en su error.
-¿Lo sabes?
-¿Qué? No.
-¿Qué
pretendéis tu hermano y tú? ¿Seríais capaces de meter una bruja en vuestro
hogar aun sabiéndolo?- Se me estaba empezando a pegar aquella forma de hablar
que tenían en esa época.
-Perdónanos,
no teníamos intención de faltaros-Se arrodilló.
-No, por
favor- La ayudé a erguirse- No soy una bruja.
-¿Por qué
querían ejecutarte pues? Yo misma estaba entre la multitud y nadie lo ponía en
duda.
-Sí, si hubo
alguien.
No pude evitar sonreír al recordar a mi héroe
montado en su caballo, portando aquella espada, sin miedo y decidido a salvarme
por alguna extraña razón.
-¿Pero…-Dudo
un momento- y tu extraño aspecto?
- Me gusta
llamar la atención- Dije escasa en respuestas.
- Y tanto
que la as llamado, no hay persona en el pueblo que no esté al tanto de tu huida
o de la recompensa…
-¿Recompensa?- No pude evitar sentirme
alarmada-¿Han puesto precio a mi cabeza? ¿Por eso me habéis secuestrado?-
pregunte cabizbaja- yo que pensaba que erais buenos chicos.
-No te hemos
secuestrado- Frunció el ceño- pues, que yo sepa no opusiste resistencia.
-Nos seguiste
como abejas a la miel- Dijo Roque, que reapareció de la nada.
-¡Roque! ¿Qué
haces todavía despierto? Vamos a la cama- Le dio unas palmaditas en la espalda-
bruja, ya conoces tu alcoba, hasta mañana.
Me dirigí hacia mi “alcoba”- Esa palabra siempre me
hacía reír- mientras le daba vueltas a la cabeza, como explicarles a los niños
que no era una bruja, además, tendría que sonsacarles el porqué de mi
“secuestro” o donde estaban sus padres. Me habían caído bien, me resultaban
familiares, como si los conociera de antes.
A pesar de ser la
segunda noche en 1660, dormí a pierna suelta con el caballero rondando mi
cabeza, una extraña escoba y dos gatos negros.