sábado, 22 de febrero de 2014

Adelantos

Sonreí para mí y me acerque más a él, tanto que si alguno de los dos hubiera querido, poco nos habría faltado para callarnos con un beso, me empiné intentando ponerme a su altura y volví a desconcertarle con mi contestación.
Capitulo 5: Cruce de caminos

Capitulo 4: El padre Francisco

Siempre había odiado andar ese tramo, pues el camino que seguía era pedregoso y con la sotana, su poca agilidad y su avanzada edad le era difícil moverse, por no decir que siempre se le enganchaba alguna ramita o pequeñas piedrecitas entre la horrible ropa de sacerdote que solían llevar en aquella época.
El padre Francisco era querido por todos en el pueblo pues su asombrosa amabilidad con todos y para todos era envidiada en pueblos vecinos y en toda la comarca.
Había sido llamado por el pequeño de los Plaza -la familia más importante del lugar-, ahora el longevo cura se dirigía al castillo a ver para que le requería el Señorito Julio y aprovecharía para informase con rigor del extraño suceso que había tenido lugar la tarde anterior y que al parecer estaba puesto en la boca de todo vecino. Él no había estado presente pues le había surgido un imprevisto y no terminaba de creerse los rumores que avanzaban rápidamente por las calles del pequeño pueblo: “una bruja” recordaba entre risas las palabras de Fulgencio, su amigo desde jóvenes.
   -¡Padre! ¡Padre!- le llamó el señorito Julio desde la puerta del castillo.
   -Buenos días señorito Julio- El sacerdote se acercó al joven con parsimonia y se apoyó en uno de sus hombros mientras recuperaba el aliento.-  más te vale que sea importante lo que me has de decir que ya sabes que no estoy para estos trotes- le riñó.
   - Es mi hermano el que dio recado de llamarle, padre,  dice que quiere confesión.
   - Mira que se lo tengo dicho, que no me haga venir para esas minucias, que perdonado queda.
   - No sé padre, dice que no se ve con fuerzas, que tan grabe es el pecado que no es digno ni de ser visto- un signo de preocupación se dibujó en su mirada.
   - Bueno, -suspiró- veamos que ha hecho esta vez.
 Los dos, se adentraron en el castillo, mientras yo, desde unos arbustos contemplaba la escena con demasiadas preguntas rondándome la cabeza, buscando la manera de volver a mi época, sin  terminar muerta en el intento.

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