jueves, 26 de diciembre de 2013

Capitulo 3.2: Quehaceres de bruja

La noche avanzaba de prisa en su compañía, era tarde y me sorprendí de que sus padres no hubieran aparecido todavía, por lo que pregunté acerca de ellos, arrepintiéndome de no haber sacado esa conversación antes.
  -¿Y vuestros padres?
  -Estarán a punto de llegar- Dijo Escolástica pensándolo mucho
  -¿A sí?- Se asombró Roque.
  -Claro que sí- le guiñó un ojo indiscretamente- pero llegan cuando estas dormido y no te das cuenta- Interrumpió a Roque antes de que pudiera objetar- Eso me recuerda que ya deberías estar acostado.
Dio un último resoplido mientras se levantaba de la silla, miró a su hermana intentando convencerla de algo, se despidió con la mano y desapareció por el estrecho pasillo.
  -Bueno yo también me voy a dormir- Anunció terminando de lavar el último plato- Y tú también  deberías descansar que con el día que llevas…-Calló de pronto reparando en su error.
  -¿Lo sabes?
  -¿Qué? No.
  -¿Qué pretendéis tu hermano y tú? ¿Seríais capaces de meter una bruja en vuestro hogar aun sabiéndolo?- Se me estaba empezando a pegar aquella forma de hablar que tenían en esa época.
  -Perdónanos, no teníamos intención de faltaros-Se arrodilló.
  -No, por favor- La ayudé a erguirse- No soy una bruja.
  -¿Por qué querían ejecutarte pues? Yo misma estaba entre la multitud y nadie lo ponía en duda.
  -Sí, si hubo alguien.
No pude evitar sonreír al recordar a mi héroe montado en su caballo, portando aquella espada, sin miedo y decidido a salvarme por alguna extraña razón.
  -¿Pero…-Dudo un momento- y tu extraño aspecto?
  - Me gusta llamar la atención- Dije escasa en respuestas.
  - Y tanto que la as llamado, no hay persona en el pueblo que no esté al tanto de tu huida o de la recompensa…
 -¿Recompensa?- No pude evitar sentirme alarmada-¿Han puesto precio a mi cabeza? ¿Por eso me habéis secuestrado?- pregunte cabizbaja- yo que pensaba que erais buenos chicos.
 -No te hemos secuestrado- Frunció el ceño- pues, que yo sepa no opusiste resistencia.
 -Nos seguiste como abejas a la miel- Dijo Roque, que reapareció de la nada.
 -¡Roque! ¿Qué haces todavía despierto? Vamos a la cama- Le dio unas palmaditas en la espalda- bruja, ya conoces tu alcoba, hasta mañana.
Me dirigí hacia mi “alcoba”- Esa palabra siempre me hacía reír- mientras le daba vueltas a la cabeza, como explicarles a los niños que no era una bruja, además, tendría que sonsacarles el porqué de mi “secuestro” o donde estaban sus padres. Me habían caído bien, me resultaban familiares, como si los conociera de antes.
A pesar de ser la segunda noche en 1660, dormí a pierna suelta con el caballero rondando mi cabeza, una extraña escoba y dos gatos negros.

Capitulo 3.1: Quehaceres de bruja

Los primeros que repararon en mí, fueron dos niños que jugaban honradamente en la calle con cuatro trapos bien atados.
 Estaba prudentemente escondida tras unos matorrales a la espera de que cayera la noche para poder salir a por algo de comida sin ser vista, pero aquellos dos hermanos se interpusieron en mi objetivo, cambiándolo a mejor. El pequeño, de unos 8 años llamó a su hermana al advertir movimiento entre los arbustos y los dos me hallaron minutos después. Para mi sorpresa no se amedrentaron al verme, me miraron compasivos, ofreciéndome un plato caliente y un techo donde pasar la noche, ¿y como no aceptar la amabilidad de dos niños que me ofrecieron su ayuda con buena intención?
Me  llevaron a un edificio ruinoso que no fui capaz de reconocer hasta hallarme en su interior, Me habían hospedado en su casa, que dos siglos después sería la de mis abuelos maternos.
En poco tiempo les cogí cariño, Escolástica y Roque eran sus nombres, que no tardaría en aprenderme  pues su madre los había llamado intencionadamente como a los patrones del pueblo: San Roque y Santa Escolástica.

Escolástica era 4 años mayor que su hermano y parecía ocuparse de las labores de la casa con mucha maña, me tendió un plato de gachas que acepte de buena gana, a pesar de que nunca antes me había atrevido a probarlas, tonta de mí. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Capitulo 2.2: Distintos caminos para un mismo destino.

Nos encontrábamos a las afueras, en un cruce de caminos, que comunicaba mi pueblo con el castillo y con el pueblo vecino.
No supe si me miraba a través de la armadura pero le sonreí intentando agradecerle lo mucho que había hecho por mí  y creí imaginar que me devolvía la sonrisa pero en cambio el casco de su armadura escondía una expresión turbadora hacía el aparato que emitió aquella extraña melodía. Alzó la mono señalando el camino de enfrente dibujado en el horizonte a la vez que liberó unas palabras un tanto  hirientes.
  -Debes irte, pronto, empezarán a buscarte y correrás peligro- me advirtió, intentando expresar una leve indiferencia, que aproveche para acercarme más a él- Si sigues este camino llegaras a…
  -Sé a dónde llega ese camino- le interrumpí incomoda- mas no me moveré de aquí, ¡pretendes que me aleje de su lado tras a verme salvado, eres la única persona en la que puedo confiar!
  -Olvídalo, neguemos lo que ha pasado si no quieres que siga pensando que eres una bruja.
  -No soy una bruja.
-Pues entonces vete, sálvate.
-Y confirmar que si lo soy, prefiero quedarme y demostrar que llegue por casualidad  y mi único propósito es volver a mi… época, sin causar ningún daño- desconocí su semblante después de aquello, pero su reacción fue más rara de lo que predije.
-No conseguirás embaucarme otra vez- agarró las riendas del caballo y dio media vuelta.
Me quedé mirando como aquella armadura andante se alejaba de mí, rumbo hacía el castillo, llevándose consigo el poco sosiego que me quedaba, quería seguirla pero algo me decía que no, que no había llegado el momento de descubrir lo que se ocultaba tras ella.
 Partí en dirección contraria. Él, Tomo el camino de la derecha, yo el de la izquierda, recordando que el mundo es redondo y que pronto volveríamos a encontrarnos. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Capitulo 2.1: El jinete de la negra armadura

Las voces enmudecieron de pronto, la multitud calló a la vez de que una musiquita ridícula comenzó a sonar procedente de mi bolsillo. Recordé esa melodía que tantas mañanas acostumbraba a levantarme y hallé una escasa esperanza.  Abrí los ojos temerosa, esperando encontrarme en mi habitación, pero hay seguía delante de la muchedumbre atónita por el sonido que emitía la faltriquera que llevaba mi pantalón.
Recordé inmediatamente el móvil, que mostré a todo el mundo para que fuese escuchado con mayor vigor.
Nunca olvidaré la expresión de espanto  que se dibujada en los rostros de aquellos campesinos acostumbrados al leve tañer de los instrumentos de la época, pero sus semblantes se turbaron aún más temerosos cuando vieron aparecer una montura y un caballero totalmente negros que se abalanzaron contra los guardias y se defendieron con torpes movimientos de los golpes de su atacante.
Cuando pude darme cuenta una mano firme me cogió por el brazo y tiró de mí hacia el caballo, me ayudó a montarlo con torpeza, dio unas fuertes estocadas más, para apartar a los hombres que me habían tenido retenida y subió con presteza en el animal a la vez que emprendía el galope y nos alejamos de aquella escena dejando atrás las voces del gentío que aún me llamaban bruja.
El contacto con la armadura me apaciguaba pero solo de pensar que aquel extraño hombre cruzaba mi espalda con su mirada me hacía estremecer, ¿qué intención tenía?  ¿A dónde me llevaba? ¿Quién era? ¿Por qué me había salvado?

Por fin oí su voz transformada en una orden para que su corcel parara, era mucho mas dulce de lo que me esperaba, se dio cuenta de mi sorpresa, carraspeo e intento hacerla más ronca, con lo que no pude reprimir una carcajada, a la que él respondió desmontando del caballo y ofreciéndome amablemente una mano para bajar.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Capitula 1.2: Muerte a la bruja!!

  -¡Bien señorito, gracias por atraparla!- Dijo uno de mis perseguidores que había conseguido atraer la atención del chico.
Al fin, alejó la espada de mí, pero no me dejó volver a huir, si no que me cogió del brazo con fuerza y a la vez con cierta ternura.
  -¿Qué ha hecho?- preguntó él mientras avanzábamos.
  - Ha entrado a robar a la habitación de tu hermana.
Normalmente yo, hubiera replicado a aquella acusación, pero la sustituí por una exclamación de asombro que no pude reprimir conforme nos acercábamos al castillo.
De pronto, lo recordé todo, el día de la lluvia en el que mi perro y yo entramos en aquel castillo, era el mismo, pero ahora, había recuperado el aspecto de antaño, ¿acaso me encontraba todavía en mi pueblo?
Me llevaron al calabozo del castillo y durante el trayecto, vi a la chica de la habitación que me miraba temerosa y su hermano que me había tenido cogida del brazo durante todo el viaje se fue junto a ella, pero antes, me musitó unas palabras que me sirvieron de alivió cuando me encerraron en la prisión.
El muchacho cumplió su palabra y vino a verme a la mazmorra, se quedó inmóvil en la puerta  esperando a que hablara pero yo solo le mire con la respiración entre cortada, se sentó junto a mí en el suelo manchando sus extrañas ropas que parecían de otra época.
  -Van a matarte- dijo midiendo sus palabras.
  -No he hecho nada-dije yo desalentada.
  -Lo siento- El silencio se adueñó de la celda-Te he traído comida
Me ofreció un plato de comida que tenía muy malas pintas pero que aun así lo cogí por educación.
  -¿En qué año estamos?- Me atreví a preguntar   yo.
Su respuesta confirmó mis sospechas
   -1660 durante el reinado de Felipe IV -dijo entre risas.
La gente gritaba a mi alrededor: “¡Matadla! ¡Muerte a la bruja!”, pero en mi cabeza solo sonaba una fecha: “1660” como era posible que hubiera viajado al pasado. Desde allí distinguí el castillo que fue lo último que vi antes de que uno de los guardias dijera la orden para ejecutarme:

   -¡Muerte a la bruja!

Capitulo 1.1: Muerte a la bruja!!

Deje suelto a Crash, para seguir contemplando el cielo gris que avecinaba tormenta, sumida en mis pensamientos me adentre cada vez más en el bosque, dejando atrás la pequeña población de la que procedía.
Unos ladridos me hicieron percatarme del lugar en el que me hallaba. Por un momento me sentí perdida, pero enseguida divisé el edificio que tiempo atrás había sido un espléndido castillo y que ahora, solo era un montón de piedras colocadas formando una pared.
Unas pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer a mí alrededor.
Llamé a mi perro para regresar antes de que la lluvia nos empapara por completo, pero su contestación a base de ladridos procedía del castillo y recordé el pánico que tenía Crash al agua.
Tiré de Crash hacía la puerta, pero no había modo alguno de que saliera del castillo, Fuera, la lluvia empezaba a caer con más fuerza y terminé por acatar las órdenes de mi perro quedándonos hay hasta que la lluvia cesara.
Me desperté en una habitación que no era la mía, calada hasta los huesos y sin recordar nada de lo que me había sucedido.
Me disponía a levantarme del suelo cuando una muchacha de largos cabellos y de vestido blanco entró por la puerta y sin más miramientos grito a los cuatro vientos: “¡Guardias!”.
Entonces eche a correr azorada seguida de dos hombres con extraños trajes que me gritaban: “¡detente muchacha!”.
Se unieron más personas a mi persecución y di gracias a mi padre por apuntarme a atletismo porque ahora no había nadie que me alcanzara. Seguí avanzando pasillo abajo, buscando un interruptor que me despertara de ese extraño sueño, pero a diferencia de los sueños que había tenido, en este me cansaba, lo que me hizo plantearme que lo mejor en esos momentos era buscar una puerta por la que salir antes de que los guardias lograran atraparme.
Descendí las escaleras hasta lo que parecía un vestíbulo, que me resultó un tanto familiar, aun así, me dirigí hasta la puerta como alma que lleva el diablo y con el corazón a punto de salírseme del pecho conseguí abrirla con un fuerte portazo.
Pero para mi sorpresa la cacería que habían organizado para cogerme terminó antes de que lograra adentrarme en el bosque.
Aquella mirada nunca la olvidare, los ojos azules de aquel muchacho de más o menos  mi edad que había conseguido interceptarme cuando yo, ya pensaba que era libre.
Me perdí en sus ojos cual laberinto y tan siquiera noté el filo de su espada rozando mi piel. Él también olvido los gritos de los guardias por un instante y correspondió a mi mirada sin separar la espada de mi pecho. 


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