sábado, 15 de marzo de 2014

Capitulo 6: ¿Quiere casarse con migo?

Me lave la cara, brazos y piernas, y observé mi rostro reflejada en las aguas por primera vez desde que me hallaba allí. No había cambiado nada, mi cabello castaño, ondulado y tan encabritado como siempre seguía pegado a mi cabeza, mis finos y rosados labios y mi menudita nariz seguían en su sitio, al igual que mis dos extraños ojos violetas a los que tampoco notaba diferencia alguna, permanecían llorosos examinando mi apenado rostro.
De pronto la calma de la que os hablaba antes cesó, pues un estruendo como el de cacerolas moviéndose, chocándose unas con otras, interrumpió el correr del agua.
Me incorporé acelerada y giré la cabeza bruscamente hacía el lugar por el que la esperanza misma se dejó ver a mis ojos.
Corrí lo más que pude y salté a sus brazos como un niño al encuentro de su madre. Sentí el calor de su piel a través de la armadura, el único calor capaz de derretir mi corazón helado.
Atónita la persona que había tras las ropas de hielo, no supo cómo reaccionar a mi desesperado abrazo, se quedó petrificada, inmóvil, disimulando disfrutar de la compañía que yo con ese abrazo le dispensaba.
Una pequeña lágrima tímida y pesarosa no pudo evitar rodar por mi mejilla acompañada de un sollozo que hizo a la armadura reaccionar al fin, ante mi abrazo, rodeando con sus brazos mis hombros y juntando su cabeza con la mía.
 Nos quedamos así un momento, juntos, disfrutando mutuamente del fuego con que nos calentábamos, sin atrevernos a hablar para no apagarlo.
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sábado, 22 de febrero de 2014

Adelantos

Sonreí para mí y me acerque más a él, tanto que si alguno de los dos hubiera querido, poco nos habría faltado para callarnos con un beso, me empiné intentando ponerme a su altura y volví a desconcertarle con mi contestación.
Capitulo 5: Cruce de caminos

Capitulo 4: El padre Francisco

Siempre había odiado andar ese tramo, pues el camino que seguía era pedregoso y con la sotana, su poca agilidad y su avanzada edad le era difícil moverse, por no decir que siempre se le enganchaba alguna ramita o pequeñas piedrecitas entre la horrible ropa de sacerdote que solían llevar en aquella época.
El padre Francisco era querido por todos en el pueblo pues su asombrosa amabilidad con todos y para todos era envidiada en pueblos vecinos y en toda la comarca.
Había sido llamado por el pequeño de los Plaza -la familia más importante del lugar-, ahora el longevo cura se dirigía al castillo a ver para que le requería el Señorito Julio y aprovecharía para informase con rigor del extraño suceso que había tenido lugar la tarde anterior y que al parecer estaba puesto en la boca de todo vecino. Él no había estado presente pues le había surgido un imprevisto y no terminaba de creerse los rumores que avanzaban rápidamente por las calles del pequeño pueblo: “una bruja” recordaba entre risas las palabras de Fulgencio, su amigo desde jóvenes.
   -¡Padre! ¡Padre!- le llamó el señorito Julio desde la puerta del castillo.
   -Buenos días señorito Julio- El sacerdote se acercó al joven con parsimonia y se apoyó en uno de sus hombros mientras recuperaba el aliento.-  más te vale que sea importante lo que me has de decir que ya sabes que no estoy para estos trotes- le riñó.
   - Es mi hermano el que dio recado de llamarle, padre,  dice que quiere confesión.
   - Mira que se lo tengo dicho, que no me haga venir para esas minucias, que perdonado queda.
   - No sé padre, dice que no se ve con fuerzas, que tan grabe es el pecado que no es digno ni de ser visto- un signo de preocupación se dibujó en su mirada.
   - Bueno, -suspiró- veamos que ha hecho esta vez.
 Los dos, se adentraron en el castillo, mientras yo, desde unos arbustos contemplaba la escena con demasiadas preguntas rondándome la cabeza, buscando la manera de volver a mi época, sin  terminar muerta en el intento.

lunes, 6 de enero de 2014

Capitulo 3.4: Quehaceres de bruja

Dos pares de ojos verdes me miraban asustados esperando una respuesta. Habíamos conseguido tranquilizarnos y ahora el silencio adueñaba la sala.
Al fin me habían dado a conocer el paradero de sus padres y no era muy agradable, su madre era una mendiga que hacía lo imposible por traer un pedazo de pan a casa, que al parecer llevaba dos años desaparecida y daban a entender que nunca habían conocido a su padre.
   -¿Y se puede saber cómo habéis vivido solos dos años?
   -El padre Francisco nos ayuda siempre que puede- manifestó Escolástica con la cabeza gacha- Tenía mucho cariño a nuestra madre.
   -Seguro que nos ayudaría a convencerla- Dijo Roque dirigiéndose a su hermana.
   - No la has oído, no es una bruja, no nos la traerá.- Habían iniciado una conversación entre ellos.
  -A mí no me engaña seguro que es una bruja que ignora nuestros gritos de auxilio- intenté adivinar a que se referían y tratándose de unos niños huérfanos pude imaginármelo.
  -Esperar- suspiré- ¿Me habéis traído aquí para resucitar a vuestra madre?
  -¡No está muerta!- Gritó Roque entre sollozos- está perdida en alguna parte esperando a que vallamos a buscarla.
  -¿Dos años esperando?- dije con un tono sarcástico.
  -Bruja…
Los dos niños me miraron y por primera vez, me arrepentí de que no hubieran aplicado la ley contra mí, porque en ese momento me sentía como una bruja, que disfrutaba con las penurias de los demás sin importarle las suyas propias. Les acababa de confirmar que su madre estaba muerta.
Aparté la mirada de ellos y me dirigí hacía la puerta dispuesta a marcharme, para no causar más daño, pero entonces la voz del pequeño de los hermanos cambió el rumbo de los acontecimientos.
  -María…por favor no nos dejes solos otra vez- Me giré de nuevo hacía ellos con la boca abierta.
  -¿Cómo sabes mi nombre? ¿No os lo mencioné en ningún momento?
  -¿Te llamas María?- Dudo Escolástica tan asombrada como yo.
  -Tienes cara de María-Roque sonrió, dando por hecho que ahora sí que les ayudaría a encontrar a su madre, porqué, según él, eso es lo que hacen las brujas buenas como yo.

jueves, 2 de enero de 2014

Capitulo 3.3: Quehaceres de bruja

El cantar de un gallo me despertó entre sueños, me levante perezosa, me puse las botas y tantee el bolsillo en busca de mi móvil, asustada busqué en el otro y al no aparecer me tiré sobre la cama, buscando entre las sabanas por si durante la noche se me hubiera caído, pero ni rastro.
 Entonces pensé, bueno, no pasa nada ahora me auto llamo con otro móvil… aun que tendría que esperar más de 200 años para que el primer teléfono apareciera.
Sin embargo, la llamada llego antes de lo que pensaba, en forma de grito, que retumbo por toda la casa, corrí guiada por él y encontré a Roque hurgando en mi móvil atemorizado por los sonidos que producía el raro aparato que era para él.
Cuando se percató de mi presencia se puso aún más desasosegado y empezó a gritar preguntas sin sentido:
  -¿Qué es, bruja? ¿Nos intentas hipnotizar con esto, verdad?- Tiró el móvil al suelo y se apagó falto de batería- ¡Aja! Lo he matado.
  -No lo has matado.
Me agache a cogerlo, cuando Roque saltó encima de mí y comenzó a tirarme de los pelo.
  -¡Muere bruja! No mereces nuestra compasión.
Conseguí alzarme con él aun en mi espalda, hasta que llegó su hermana con un cántaro en la mano y pudo apartarlo de mí pidiendo explicaciones.
  -Quería embaucarnos con eso- Señaló el móvil yacido en el suelo- Te dije que no era de fiar, nadie nos traerá a madre de vuelta-dijo desalentado.


miércoles, 1 de enero de 2014

Apadrina un blog

Hace poco descubrí una pagina y supuse que era clave para que empezaran a conocer mi novela.
Era una idea fantástica en la que los pequeños blog podrían ser apadrinados por los grandes blog de cientos de seguidores, para que de alguna forma los dieran a conocer y así los pequeños blog siguiesen los pasos de sus padrinos hasta convertirse en un gran blog.
Para aquellos pequeños blog que como el mio quieran darse a conocer o para los grandes que quieran contribuir a hacerlos conocidos:




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